Plaza de España

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Punto de encuentro de artistas y literatos.

Esta zona es hoy uno de los mayores polos de atracciòn turística de Roma. La plaza de España vive invadida por un movimiento incesante de gentes que toman asiento en los peldaños de su famosa escalinata o pasean incansantemente por las cèlebres y elagantes calles que de ella salen. A pesar de la intrusiòn de varios establecimientos de comida ràpida y otras barbaridades por el estilo, los escaparates de los grandes de la moda, la joyerìa y el diseño siguen asomàndose a estas calles de lujo. Por todo ello, salir de compras, reales o màs probablemente virtuales, por la via Condotti o via Farttina es inprecindible para cualquier turista que visita Roma.
Su cèlebre escalinata se ha convertido en uno de los lugares de encuentro preferidos por la juventud romana, ademàs se utiliza como escenario de desfiles de moda y otros actos publicitarios.
Formada por dos triàngulos, la Plaza de España recibiò este nombre en el siglo XVII cuando el embajador español ante la santa Sede se instalò en el Palacio de España. Inmediatamente el barrio rodeado por la via Condotti, la via del Corso y la via delle Mercedes, se convirtió en territorio español. No era raro que un extranjero que atravesara estos parajes de noche desapareciera, reclutado por las tropas españolas.

Los franceses, propietarios de los terrenos situados alrededor del convento de la Trinidad dei Monti, pretendìan pasar por la Plaza de España. Asi que bautizaron una parte de la misma PLaza de Francia y rivalizaron con los españoles dando fiestas cada vez màs suntuosas. En 1681, los españoles celebraron el aniversario de su reina y transformaron el aspecto de la plaza con decorados de cartón piedra. Como rèplica, en 1685, los franceses celebraron la revocaciòn del Edicto de Nantes cubriendo la colina con candelabros, y desde la trinidad de Monti, decorada como un altar, se lanzaron fuegos artificiales que iluminaron toda la ciudad.